Pasada la tragedia del 16 de abril en Ecuador, en la que el terremoto alcanzó una magnitud de 7,8 y dejo sembrada la catástrofe de en las zonas de Manabí y Esmeraldas (costa norte de ecuador), los mecanismos de ayuda se han puesto en marcha para reconstruir las regiones más afectadas. Entre los apoyos y muestras de solidaridad destacan las donaciones aportadas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) de 200.000 dólares cada uno para las acciones más urgentes (proveer de alimentos, aguas, medicinas, refugio a las víctimas…) con el objetivo de ayudar al gobierno ecuatoriano en las zonas más devastadas.
Además, los organismos multilaterales ya han concedido préstamos al gobierno gracias a la facilidad de crédito de los mismos para situaciones de emergencia por desastres naturales. Estos presupuesto suman la cuantía de 600 millones de dólares, para la realización de planes de adquisición de materiales de primera necesidad (equipos de cirugía, instrumentos médicos, hospitales móviles, insumos…) así como para la puesta en marcha y recuperación de servicios básicos y rehabilitación de infraestructuras. En las pasadas semanas se fueron sucediendo las noticias de la activación de estos planes presupuestarios.
El BID activó un préstamo por hasta 300 millones de dólares, el Banco Mundial puso a disposición del país 150 millones de dólares y el CAF aprobó hasta 100 millones de dólares para financiar la rehabilitación. Varios organismos multilaterales han confirmado que además de liberar estos préstamos contingentes, se comprometen a ampliar las líneas de financiación existentes en el país antes del suceso, por lo que todo indica que en los próximos meses se incrementarán las oportunidades de negocio en este país a través de la vía multilateral.
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